sábado, 6 de marzo de 2010

declaracion publica movimiento patriotico manuel rodriuez

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DECLARACION PÚBLICA – MPMR
“Situación de catástrofe por el terremoto y la negligencia de la autoridad en Chile”

Compatriotas, el Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez, expresa su más profunda solidaridad con todos los que están sufriendo en este momento difícil de la Patria, somos parte de los afectados, muchos de nosotros tenemos familiares muertos o desaparecidos, se nos cayeron las casas y hemos estado o estamos sin luz, agua, comida. No somos de otro lugar, ni tenemos acumulaciones de bienes, ni helicópteros personales, ni médicos propios, somos parte de los mas sencillos y humildes y nos duele como el que “mas” lo que esta pasando.

Pero también, venimos a denunciar la evidente negligencia del mal gobierno y de las Fuerzas Armadas, ante una nueva desgracia en nuestra patria y también venimos a proponer lo siguiente:

1.- Denunciamos la opción por los ricos del gobierno.

El mal gobierno privilegia proteger la propiedad privada de los grandes consorcios, como las grandes tiendas y supermercados, en vez de la vida de cientos de miles de chilenos y chilenas. Primero se protegió a los ricos y luego, con días de atraso se llegó a zonas literalmente abandonadas, azotadas por las “marejadas”, como llamó en primera instancia la autoridad al maremoto. Es decir para la autoridad es mucho mas importante cuidar un supermercado que asistir al desvalido que clama por ayuda en las costas, islas y campos de nuestro Chile.

2.- Denunciamos la soberbia frente a la ayuda internacional.

El mal gobierno intentó de manera inexplicable cuidar una imagen internacional de país desarrollado y diferente en el continente, llenos de una soberbia increíble, rechazó la ayuda internacional por dos días, ayuda que podría haber salvado la vida de muchos chilenos, si se hubiera usado oportunamente. Según la prensa en Santiago, “la decisión de Chile descolocó a varios países, como Francia, EE.UU e Israel” que el propio día sábado y domingo ofrecieron médicos, rescatistas, perros amaestrados. El embajador de Chile en Washington, José Goñi, dijo “Chile es mas como Japón que como Haití para enfrentar las catástrofes naturales”[1], para justificar la decisión tomada. Heraldo Muñoz, embajador ante la ONU, dijo que “por ahora no necesitaremos ayuda del exterior” y afirmó que Chile estaba preparado para los sismos[2]. La cruel realidad ha desmentido la arrogancia criminal de estas autoridades.

3.- Denunciamos la ineptitud e inoperancia de Bachelet como presidente.

Una reciente Editorial de The Washington Post, refiriéndose al terremoto en Chile, dice “primero Bachelet aseguró que Chile no necesitaría ayuda externa, mientras que ahora habla sobre una emergencia sin paralelo en la historia del país”. El principal mando político militar de la patria, no tuvo la capacidad de hacerse un cuadro de la situación, realizó una mala apreciación y no tomó las decisiones adecuadas en el momento de crisis. Se podrá argumentar que no fue bien asesorada, pero en lo concreto, bajo su mando directo, la ONEMI, bajó la alerta de Tsunami lo que costo la vida a muchos compatriotas.

El ex director de la Onemi, Alberto Maturana, académico y hombre de la Concertación, criticó la manera en que reaccionaron los diferentes estamentos nacionales tras el terremoto. En conversación con canal 13 sostuvo que él hubiese dado de inmediato la alerta de tsunami tras un sismo de sobre ocho grados en la escala de Richter.

Es decir, el mando del país, la presidenta Bachelet junto con el aparato estatal y militar, tomó una decisión equivocada de bajar una alerta de Tsunami, que costó vidas humanas y tomó la decisión política de rechazar en momentos preciosos ayuda internacional, que también costo vidas humanas. Esto en “Chile y en Burundi”, se llama negligencia y por tanto amerita a lo menos su retiro como líder político. Simplemente “no dio el ancho”.

Este sentimiento de indignación que sentimos lo queremos reflejar en una opinión de un sector muy distante al nuestro, expresado en la editorial del diario Estrategia: “Ciertamente, las perdidas de vidas y de infraestructura pública y privada son inevitables en una catástrofe de estas proporciones. Pero, ¿Cuánto pudo haberse reducido la desgracia humana si las autoridades a cargo hubiesen reaccionado de manera adecuada y oportuna?. No habrá respuesta. Sin embargo, la negligencia en la toma de decisiones, debe tener responsables”[3].

4.- Denunciamos el fracaso del sistema de comunicaciones del país.

Se supone que se invierten millones de dólares en las Fuerzas Armadas para tener sistemas de comunicaciones alternativos al mercado, los cuales debieron estar dispuestos para situaciones de desastre. Como dijo el vocero del gobierno Pilar Armanet “Todos hemos confiado en un sistema de comunicación que colapsó. Esa es la realidad”[4] . Es esclarecedora la opinión de un parlamentario de la nefasta UDI, Hernán Larrain, cuando dice “es inexplicable que ninguna fuerza policial, ni institución de la FF.AA., tenga sistemas de comunicación. Si aquí sucedía una guerra realmente el resultado hubiera sido desastroso”[5]. ¿Quien responde por esta negligencia?. ¿Pedirán los parlamentarios de la Alianza por Chile y los críticos de la Concertación y el Juntos Podemos, la remoción de los comandantes en jefe, ante tan evidente falla?, ¿Tendrán los pantalones y faldas para hacerlo?...¿o luego vendrá la consabida bajada de perfil?.
Los sectores sociales deben levantar la voz y exigir castigo a aquellos, a los cuales se les paga y se les entrega una enorme cantidad de recursos, justamente para asegurar estos temas, no solo por la evidente ineficacia, sino también como un reparo a todos los que murieron y que se podrían haber salvado con autoridades más capaces.

Es triste ver que un país “soberano” como Chile, tenga que recibir de manos del imperio, de Hillary Clinton, unos teléfonos satelitales, para que nos podamos comunicar en los momentos críticos. Sentimos pena y rabia, lo mismo que sentirían Bernardo O’Higgins y Arturo Prat al ver a nuestras FF.AA. en esta situación.

5.- Denunciamos la militarización del conflicto

Algo cambió en el país en estos días, ha quedado en evidencia que el actual Estado no fue capaz de asumir la protección de los ciudadanos y el pueblo. Por orden de los intereses económicos, se intenta restablecer el orden a punta de bayonetas, es necesario y urgente para ellos el disciplinamiento para que el mercado vuelva a funcionar. El chileno es útil si y solo si, es capaz de consumir dentro de las reglas mercantiles, de lo contrario es un enemigo.
La alcaldesa de Concepción (UDI), Jacqueline Van Rysselberghe, solicita a los militares y mano dura para el orden, el alcalde de Hualpen, Marcelo Rivera, llorando, mientras una poblada entra al municipio, pide por radio que envíen tropas para matar a los “delincuentes”[6]. El enviado del Gobierno, el Sr. Rosende, pide estado de sitio.

Mientras unos saquean los negocios para obtener alimentos y se los llevan todo, otros saquean los negocios del barrio alto, pero con plata, y se lo llevan igualmente todo. Es evidente que las Fuerzas Armadas están para reprimir, independientemente en la situación que sea, porque el llamamiento inicial de las autoridades es para perseguir a los "malos", lo que demuestra que son las fuerzas de los ricos para proteger sus intereses, y no para ayudar a socorrer, ir a los lugares mas alejados, que debió ser la prioridad uno.

No es aceptable el pánico, azuzado por los personeros de la “Alianza por Chile”, partiendo por Sebastian Piñera, parlamentarios y alcaldes, generando la sensación de una guerra civil entre pobladores decentes -“la buena gente”- y los pobladores delincuentes, no realizando ninguna distinción. Al final el causante del desorden, fueron las negligencias de las autoridades y lamentablemente es el propio sistema que ha generado niveles de delincuencia, con o sin terremoto.

La sabiduría popular supera cualquier normativa, pues en las poblaciones se organizaron, se defendieron. Lo cuerdo son soluciones sociales concretas y no mas negligencia de las autoridades a todo nivel; que llegue la ayuda, que haya luz, agua, comunicaciones, ropa, alimentación, techo, esto hubiera sido la acción humana y justa, que seguramente hubiera cambiado el cuadro. El problema en su centro es que el Estado no sirvió y no brindó lo que el común de la gente esperaba de él, esto por la mala gestión de las autoridades en todos sus niveles.

6.- Denunciamos el fracaso del sector privado.

El sector privado no puede, ni debe estar a cargo de los elementos estratégicos para el país, como son las comunicaciones, la energía, el agua y otros, como ahora se demostró, esto es un asunto de seguridad nacional. El fracaso de todas las líneas telefónicas, el fracaso del sistema privado de comunicación contratado por Carabineros a la empresa Interexport, el fracaso por no tener una infraestructura adecuada para nuestro país, etc. El Estado tiene que tener nuevamente un papel protagónico en estos y otros rubros. Lo demás no es ser soberano y es poco seguro. Toman fuerza las ideas del General Carlos Prats, militar honesto y digno, quien en su doctrina propusiera la SOBERANIA ECONOMICA.

En el mundo privado reina el interés particular de los empresarios, el interés de lucro, como ha quedado también demostrado con los “chanchullos” de las constructoras, que por ahorrase algunos pesos y elevar sus ganancias, han construido decenas de edificios pésimos, que se derrumbaron o están por derrumbarse, con el costo en vidas y económicos para el país. No hay ley adecuada de control de calidad, no existe voluntad de control, todo es un lucro criminal.

7.- Los Rodriguistas exigimos que el pueblo:

Conozca la verdad de lo ocurrido, y los responsables de todas las negligencias.
Conozca cuantas vidas pudieron salvarse si se hubiera actuado bien.
Conozca cuantos son los muertos y los desaparecidos reales.
Conozca las responsabilidades del sector privado en la catástrofe, con nombre y apellido.
Conozca y participe en los futuros planes para evitar que esta situación de negligencias criminales vuelva a ocurrir.

8.- Los rodriguistas proponemos:

Que las organizaciones sociales, de trabajadores, estudiantes y pobladores, asuman un papel protagónico, en las soluciones sociales.

La autogestión y control en muchos temas aparece como la solución más razonable y segura para la comunidad. Son los pobladores, los trabajadores, quienes deben canalizar y controlar la ayuda solidaria que la comunidad internacional y el conjunto del pueblo de Chile brindará.

Que se consolide el nivel de organización y control poblacional, alcanzado en los barrios populares, donde se desarrollen las soluciones colectivas, como comedores populares, niveles de defensa, trabajos comunitarios, salud barrial y otras iniciativas que impliquen la acción colectiva solidaria y no individual consumista.

Que los trabajadores, asuman al menos el control productivo de las empresas que no funcionan o estarán en reconstrucción. Que el Estado apoye estas iniciativas económicas. Formar cooperativas de auto-construcción, que además sirvan como generación de empleos y control directo de la calidad de las construcciones.

Que el pueblo exija juicio y castigo a todos los responsables, empezando por la Presidenta Bachelet, los altos mandos de la Fuerzas Armadas, las empresas de telecomunicaciones, de construcción y todos aquellos que son culpables de la muerte de muchos chilenos.

Finalmente los Rodriguistas creemos que hoy mas que nunca se necesita del protagonismo y organización popular, para enfrentar esta desgracia. Se necesita que la izquierda se coordine y levante organización, denuncias y propuestas. Humildemente nos ponemos en esa tarea.

Saludamos la solidaridad internacional, especialmente del pueblo Boliviano, Cubano, Venezolano, que junto a otros pueblos han traído médicos, medicinas, agua y tecnología adecuada para el pueblo chileno.

Saludamos los movimientos solidarios, de carácter autónomo, no asistencialista, no institucionalizado, que se están generando bajo la idea del colectivismo y la solidaridad de pueblo a pueblo.

“Como siempre en la desgracia, ahora mas que nunca, es hora que el poder popular se exprese.”

¡¡AUN TENEMOS PATRIA CIUDADANOS¡¡


Dirección Nacional
Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez.

SANTIAGO, Martes 3 de Marzo 2010.

sábado, 30 de enero de 2010

comunicado publico

Trabajadores y pueblo de Chile
A los marginados y verdaderamente excluidos

Con el resultado de la segunda vuelta y el retorno de la vieja derecha a La Moneda, se cierra una etapa de la vida política nacional. El fin del ciclo de gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia marca el inicio de una nueva fase en la crisis general del país, amortiguada durante 20 años de cogobierno entre la vieja y nueva derecha.
Las causas del relevo en el mando de la nación, expresado en la derrota electoral de la derecha concertacionista, son responsabilidad absoluta del bloque de gobierno, que ha permanecido durante las últimas dos décadas al frente de la conducción del país tras la salida del dictador. A esas causas se sumó la deserción cómplice de la dirección del viejo partido comunista, sustentada en una parte de sus militantes divorciados de la matriz filosófica y moral construida por los fundadores del pensamiento y acción comunistas.
La Concertación negoció y pactó en secreto con el militarismo –uniformado y civil-, en las ocultas negociaciones propiciadas por los EE.UU. a mediado de los años 80, los acuerdos que culminaron con la salida pacífica de Pinochet desde La Moneda y el arribo de la nueva casta a la administración de la versión neoliberal del viejo sistema capitalista.
Fue la fórmula para contener la creciente rebeldía popular, que amenazaba con desbordar el marco impuesto a sangre y fuego por la dictadura y alcanzar un tipo de democracia superior, dominada por la participación de las fuerzas populares.
A partir de entonces, la Concertación traicionó y ocultó su propio programa, con el cual conquistó el enorme apoyo que la llevó a derrotar en las urnas a la dictadura. Desconoció sus compromisos con la ciudadanía, de terminar con el decreto ley de amnistía (auto amnistía) de 1978 e instauró el concepto de “justicia en la medida de lo posible”. No revisó las múltiples privatizaciones de empresas públicas realizadas por el régimen de facto, ni anuló las efectuadas en los últimos días de aquel, como consignaba su programa. Tardó más de una década en poner fin al rol tutelar del Consejo de Seguridad Nacional (CONSUSENA), dominado por las Fuerzas Armadas. Nunca se la jugó por terminar con la ley Reservada del Cobre, que entrega el 10% de las ventas del mineral a las instituciones de la Defensa Nacional, nunca realizó esfuerzos serios para terminar con el sistema electoral binominal y nunca intentó terminar con la Constitución de 1980 fraguada por la dictadura, la cual después de levísimas modificaciones, cuenta con la firma del ex presidente Ricardo Lagos, junto a la del dictador.
Pero además, el gobierno de Eduardo Frei R-T sepultó la investigación del millonario fraude conocido como los Pinocheques, que involucraba al dictador y su familia y luego –en misión finalizada por Ricardo Lagos-, rescató al tirano de manos de la justicia internacional que se disponía a procesarlo por crímenes de lesa humanidad, ante la esterilidad de los tribunales chilenos.
La Concertación, tras llegar al gobierno, se desvinculó de la movilización popular que la llevó a superar a la dictadura en la contienda política. Hizo creer que ya no era necesario continuar luchando para instaurar una democracia avanzada, que con ellos en el Ejecutivo estaba asegurada la construcción de un orden justo en todos los planos. Aplicó desde entonces un conjunto de medidas que generaban el efecto de avance político y social, en materias de salud, actividad cultural, Derechos Humanos, ámbito este último, en que existen unos 300 procesados por miles de crímenes cometidos -una ínfima porción de los autores y cómplices-, pero no han sido llevados ante la justicia los autores intelectuales, varios de los que hoy ocupan altos puestos en el Parlamento y se aprestan a ingresar a La Moneda, ni muchos de los autores materiales, cómplices y encubridores.
En el campo económico, donde luce sus mejores resultados, la Concertación privatizó más empresas públicas que la propia dictadura; entregó al capital transnacional el 70% del cobre y firmó un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos que deja el país atado de pies y manos frente a la maquinaria económica y financiera del imperio, lo que sólo se podría anular mediante la transformación de la Constitución.
Para los trabajadores se siguió aplicando en esencia el mismo Código Laboral urdido por el régimen dictatorial en beneficio de los grandes empresarios y grupos económicos, mentores de éste. Propició una creciente flexibilidad laboral, generando condiciones de inestabilidad y mala calidad en los empleos, como también un seguro de desempleo vergonzoso, bajo la justificación de que era preferible eso a no contar con nada. El movimiento sindical fue atomizado por las prácticas claudicantes de la CUT, transformada en departamento de gobierno para frenar el descontento creciente de los trabajadores, un verdadero amortiguador de la conflictividad surgida de los asalariados. Durante estos 20 años de gobiernos concertacionistas, la mayoría de los trabajadores no tiene derecho a negociación colectiva, derecho a huelga ni derecho a organizar sindicato.
La Concertación instauró una política de criminalización de la protesta social, que tiene su máxima expresión en la militarización del territorio mapuche, en la represión a los estudiantes secundarios y trabajadores subcontratados, así como en el sofocamiento violento de cada manifestación contra los abusos, exigencia de derechos consagrados incluso por Naciones Unidas o de luchas reivindicativas. Estas prácticas iniciadas desde el 11 de marzo de 1990 han causado la muerte de 50 personas a manos de integrantes de la fuerza pública y mantienen en prisión a otras 49, principalmente comuneros mapuches o ciudadanos ligados a esa causa.
La Concertación comenzó su alejamiento del pueblo desde el primer día de sus 20 años de gobierno. Trató de “reencantarlo” con medidas populistas y lo consiguió parcialmente en algunos momentos. Pero el que la derecha le haya arrebatado el gobierno, solamente con el 29% de los votos correspondientes a todos los chilenos en edad de sufragar, y que el candidato oficialista alcanzara el 27%, refleja una realidad más compleja y grave todavía. Existe un 44% de ciudadanos en edad de votar, compuesto por no inscritos, por quienes se abstienen y quienes votaron nulo o en blanco, como muestra de repudio o indiferencia, pero que en cualquier caso resta legitimidad a la elección de las autoridades del país.
Frente a la nueva etapa que se abre en la vida nacional, los Consejos de Comités Comunistas estamos llamados a perseverar en nuestros esfuerzos por construir, junto a todas las fuerzas revolucionarias y auténticamente progresistas, un verdadero proyecto alternativo para nuestro pueblo. No habrá democracia en Chile en tanto perdure la institucionalidad heredada de la dictadura y el sistema económico capitalista al que protege.
Para los comunistas de los consejos, el presente exige continuar organizándose y organizando al pueblo. Continuar estudiando y hacer conciencia entre los trabajadores sobre su enorme poder transformador.
Los comunistas, organizados en comités y consejos, nos rebelamos hace algunos años frente a la conducta obsecuente con los gobiernos de la Concertación sostenida por la dirección del viejo partido comunista, entregado hoy por completo al conglomerado oficialista que se desmorona.
Nos organizamos como oposición franca a la Concertación –la nueva derecha- y hoy asumimos esta nueva situación como la continuación de nuestra lucha en condiciones de recambio en el gobierno de turno conquistado por la derecha vieja. Este retroceso es consecuencia de lo pactado a mediado de los años 80 entre la Concertación naciente y el militarismo, como también de la complicidad de la cúpula de la vieja organización de los comunistas chilenos.
Para los Consejos Comunistas el mayor y principal deber radica en impulsar la rebelión de los trabajadores y todo el pueblo, para terminar definitivamente con la institucionalidad dictatorial todavía imperante. Es prioritario emprender en el marco de la más amplia unidad, la lucha por establecer un salario mínimo de $ 350.000, la derogación del artículo 161 del Código del Trabajo (despido por necesidad de la empresa), instaurar el pleno derecho a sindicalizarse, negociar colectivamente y ejercer la huelga cuando resulte necesario; defender la Educación Pública y convocar una Asamblea Constituyente Popular que elabore una nueva Carta Fundamental para nuestro país.
Durante la campaña presidencial, la Concertación fomentó el miedo al advenimiento de un gobierno de derecha. Los comunistas de los consejos, invocamos la indignación de los trabajadores y el pueblo contra el inaceptable juego político de los poderosos. Llamamos a convertir la indignación en rabia, conciencia, organización y lucha.

Con la Razón y la Fuerza, Venceremos

Consejo Nacional de Comités Comunistas

Enero 20 de 2010

lunes, 18 de enero de 2010

EL TRIUNFO DE LA ALIANZA POR CHILE ES SÓLO UN CAMBIO DEL ROSTRO DE LA DESIGUALDAD Y LA INJUSTICIA SOCIAL 1. El candidato de la vieja derecha, Sebastián Piñera, ganó las elecciones presidenciales 2009 con menos del 30 % de los votos de los chilenos habilitados para sufragar. Alrededor de 3 millones 500 mil personas marcaron la preferencia por Piñera, no superando la votación habitual de la derecha tradicional desde el inició de los gobiernos civiles en 1990. Por su parte, el candidato de la nueva derecha, el democratacristiano, Eduardo Frei, obtuvo alrededor de 150 mil votos menos. La suma de votos nulos y blancos, abtenciones y personas en edad de votar, pero no inscritos en los registros electorales, son más del 40 % 2. Desde fines de los 80, en las postrimerías de la dictadura militar, los partidos políticos que luego formarían la Concertación, y la dictadura, a espaldas de las grandes mayorías nacionales, pactaron un acuerdo de gobernabilidad que, estratégicamente, cautelara y cautela en la actualidad el sistema de explotación y despojo capitalista fundado durante el régimen de Pinochet. Las características esenciales del modo de explotación antipopular iniciado en la década de los 70 y mantenido hasta hoy, se fundan sobre la privatización extrema; el término de los derechos sociales conquistados –educación y salud públicas, vivienda, seguridad social-; la ampliación y precarización del empleo; la flexibilidad laboral; el despojo de los recursos naturales; la concentración de la riqueza en un puñado de corporaciones mundiales asociadas a los capitalistas criollos; la consolidación del modo primario exportador de recursos básicos no renovables, renunciando a la industria propia y al desarrollo y la soberanía nacional; y una forma de representación democrática estrictamente formal, funcional, no participativa, tutelada y antisocial. Lo anterior, coronado por los ajustes estructurales y la superdependencia de Chile a las enonomías capitalistas centrales y sus instituciones tutelares, como el el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. 3. Tanto la vieja derecha, como la derecha nueva resumida en la Concertación, buscan la gobernabilidad de un sistema estructuralmente antipopular y que sólo favorece a una minoría privilegiada. Por eso, la alternancia en el Ejecutivo es sólo una fórmula consensuada que ofrece continuidad al mismo sistema explotador y opresor, y también la necesaria apariencia de “cambio” ante el agotamiento de la coalición en el Ejecutivo. Con Piñera a la cabeza del Ejecutivo y con relaciones proporcionales en el parlamento entre las dos derechas, no habrá ningún cambio en beneficio del pueblo. Es más, el único cambio posible a favor de los intereses de las mayorías será obra de los propios trabajadores y los pueblos. 4. Ante los resultados de la elección presidencial 2009 en Chile, las fuerzas anticapitalistas tienen el desafío histórico de convertirse, al fragor de las luchas reales y la reorganización popular, en la alternativa política de las grandes mayorías. Una alternativa política independiente respecto de los intereses de las clases en el poder y sus expresiones políticas. Desde ya, el Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores se impone la tarea histórica de convertirse desde y con el pueblo y sus organizaciones en la alternativa política en relación a los poderosos, y en la verdadera y consecuente oposición política de las dos derechas. 5. Es altamentamente probable que con el gobierno de Piñera se sinceren las posiciones de subordinación real y formal de la clase que manda en Chile en relación a la estrategia ofensiva del Pentágono para América Latina, y su articulación explícita-y ya no solapada- al eje imperialista formado por México, Honduras, Haití, Panamá, Colombia y Perú. Al respecto, el MPT renueva su compromiso internacionalista y antiimperialista. 6. La independencia política de los intereses de los trabajadores y los pueblos que el MPT se propone cautelar se expresa de manera autónoma de cualquier componenda política proveniente de los partidos de la Concertación, de su ampliación hacia la dirección de la izquierda tradicional; fórmulas políticas promovidas al estilo MEO, y naturalmente, de la denominada Alianza por Chile, o derecha ahora en el Ejecutivo. El MPT, creciendo con el pueblo profundo y en lucha, junto a las fuerzas sociales y políticas que enfrentan al capital con el objetivo estratégico de su superación en un Chile socialista y gobernado por los trabajadores y las mayorías oprimidas, no colaborará con la alianza de gobernabilidad de la minoría en el poder, sea cual sea su sabor.. 7. Una sociedad de iguales y libres, donde desaparezca la explotación y las inequidades, sólo puede realizarse a través de la más amplia unidad de los trabajadores y los pueblos, el protagonismo popular, y la lucha permanente y en todos los escenarios de disputa de la hegemonía de los pocos que mandan. 8. Ante los falsos cambios que pretende ofrecer el piñerismo y la simulada oposición de los partidos de la Concertación (o el nombre que adquieran sus futuras componendas), que sólo ocultan un acuerdo de sangre contra los explotados y oprimidos, el MPT únicamente confía en las fuerzas de los trabajadores y las mayorías nacionales que luchan y se organizan para decidir soberanamente sobre su propio destino y felicidad. ¡Unidad, organización y lucha!MOVIMIENTO DE LOS PUEBLOS Y LOS TRABAJADORES – MPT CHILE

lunes, 4 de enero de 2010