viernes, 8 de mayo de 2009

esscrita por teresa flores

Del “mal menor” al “es lo que hay”

Finalmente, y como se sabía con mucha antelación, el ex ministro concertacionista Jorge Arrate será el candidato presidencial de un desgastado Juntos Podemos. La maniobra de la dirección del PCCH, de bajar a Teillier para apoyar a Arrate y dejar fuera de juego a Hirsch, fue el último paso de un camino definido hace meses para instalar a uno de los representantes del ala derechista del PS en la papeleta de candidatos a la presidencia.
El viraje dado resueltamente por el grupo de poder que controla al Partido Comunista, que dejó al descubierto su faceta derechizante desde el apoyo a Michelle Bachelet en la anterior segunda vuelta presidencial, tuvo su inicio antes del fin de la dictadura, cuando se comenzó a desarticular a la militancia de la Rebelión Popular, se dieron pasos de apoyo a la salida pactada y se adoptó la línea de oposición de “baja intensidad” al gobierno de Aylwin.
Si bien hacia el exterior se mantenía una imagen de partido de pelea, más bien por la forma de ser de Gladis Marín que por tener una política de real construcción de alternativa, hacia el interior adoptaron medidas que coartaron cualquier posibilidad de convertirse en un espacio peligroso para el nuevo orden. La purga de dirigentes y militantes históricos, la desestructuración orgánica que significó la desaparición de comités regionales y la constitución de direcciones para cubrir grandes territorios, como forma de controlar a la militancia y mantener formas de funcionamiento que impedían la democracia interna, fueron dejando en el camino a miles de comunistas. Un balance somero nos señala que hoy, de los 30.000 a 35.000 militantes que había al finalizar la dictadura, no son más de 2.000 los que mantienen una militancia regular, en su mayoría con células sin responsabilidad en frente de masas alguno o funcionarios que viven ad eternum de las arcas del partido.
Uno de los frentes en que más se ha notado la forma de “hacer política” del grupo de poder, es el sindical, donde se ha constituido un núcleo de dirigentes sin base real que se reparten cargos, como en la CUT, donde los casos de Guillermo Salinas (ex Tesorero, hoy en Comunicaciones), José Hermosilla (actual Tesorero), Guillermo Scherping (Tesorero subrogante en el período de elecciones), Marco Canales (Deportes) y José Figueroa (ex alcalde de San Fernando y hoy encargado campesino) son algunos de los que dan cuenta de la situación.
En el sector de la Construcción, tras perder la Confederación a manos de Julio Arancibia (del sector de José Ortiz, hoy desplazado de los sitios de poder), se inventó un Sindicato Metropolitano bajo la batuta de José Santos, un ex dirigente de principios de los ’90, que pasó a ser funcionario de la dirección del PC. En la Salud el panorama tampoco es mejor, tras las crisis de principios de los ’90 por la disputa de liderazgos entre Humberto Cabrera y Alejandro Aguilar, los intentos por construir algo serio han chocado con las formas mafiosas de tomar las decisiones desde arriba. Así se perdieron dirigentes como Jorge Araya, Carlos Castro y otros, quienes incluso han ganado elecciones en listas paralelas a las oficiales presentadas por un sectorial que no dirige ni hace política real.
De los frentes de pobladores y municipal no hay mucho que decir. Se instaló a cargo de ellos a gente sin muchos conocimientos, dejando fuera a otros que han trabajado por años en ellos por el solo hecho de que difieren de las líneas gruesas del “viraje” de Teillier, Carmona e Insunza.

En primera y segunda vuelta

Los “malos negocios” de la actual dirección -que no solo tiene que ver con la destrucción de numerosas empresas levantadas con el esfuerzo de sus militantes, ni con los miles de millones de pesos perdidos en la Universidad Arcis, en la construcción de un edificio que deberán demoler (donde fueron al menos 3.000 millones los perdidos) o en el capricho de Carmona de ayudar a un amigo invirtiendo otros 43 millones en el café Off The Record, que finalmente quebró y pasó a otras manos-, han sido demasiado extraños como para ser casualidades, mala suerte o fruto de la mera torpeza de quienes los ejecutan.
No puede ser casual que, junto con la pérdida de dineros, militantes e influencia en el mundo social, la única salida que encuentra la actual dirección comunista es la de allegarse al grupo en el gobierno para “romper la exclusión”. Es cosa de leer los documentos de Santa Fé, en los que el imperialismo norteamericano desarrolla las formas de enfrentar a los partidos y movimientos revolucionarios, para darse cuenta que las instrucciones se cumplen al pie de la letra. Basta mirar hacia Europa para comprobar como han sido destruidos los partidos comunistas, dejándolos en el mínimo de influencia y adosados a los denominados partidos socialistas que, tal como en Chile, no hacen más que administrar de manera exitosa el modelo neoliberal.
Hoy el Partido Comunista está convertido en un espacio necesario para el modelo, desde el cual se critica pero no se pone en peligro el sistema, tanto así que para la derecha chilena es un éxito el que pudiesen llegar representantes de este PC al Parlamento, donde legitimarán la Constitución de Pinochet, refirmada por Lagos, sin terminar con la real exclusión a la que están sometidos los trabajadores y el pueblo de Chile.
La disputa, al haber dejado de lado los otros frentes, se da solamente en el ámbito electoral, que para peor apenas incluye a un 50% de los chilenos en edad de votar, por lo que la desesperación les ha llevado a diseñar justificaciones de una política que está diseñada solamente para intentar seguir lucrando de los símbolos, tradiciones, héroes y principios sostenidos por largos años por quienes de verdad pueden llamarse Comunistas.
La elección de Arrate, para votar en primera y segunda vuelta por la Concertación, incluso se da como paso previo a tener asegurado un espacio en el reparto del poder. Desde el conglomerado oficialista aun no les confirman la posibilidad de postular en los distritos que suponen favorables, aunque la falta de carisma de Teillier y el trabalengüismo de Carmona difícilmente puedan asegurar un éxito electoral. Así se continúa intentando alcanzar atajos, en este caso para recibir migajas de poder, mientras se deja definitivamente de lado la única opción real de producir transformaciones profundas en nuestro país: la construcción alternativa desde la base.

Abriendo paso a las alianzas

El Consejo Nacional de Comités Comunistas, por su parte, sigue creciendo y ampliando sus alianzas. El 4 y 5 de abril participó en la constitución del Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores, junto un número superior a 70 organizaciones políticas, sindicales y sociales que, como dice su primera declaración “tiene por delante una tarea titánica. Es urgente y es antigua como la rebeldía. Es de panes, convicciones, madera, combate, humanidad, cabeza y empuñadura. Viene de los tantos y tantas que ofrecieron su vida en lo oscuro por la emancipación, que hicieron añicos el egoísmo antes de que Chile se llamara así. Tiene de los libertadores de la Primera Independencia y sus sombras fabulosas; de Recabarren, Clotario Blest; de quienes formaron la Unidad Popular como una táctica para llegar a una sociedad de iguales y libres. De los que cayeron en ese tránsito y de los que aún están y se mantienen sin precio y la voluntad intacta. De los que resistieron la dictadura en la hora peor y de los que se incorporaron a la lucha en los 80. Tiene de los que partieron a combatir por la liberación de otros pueblos y de los que hicieron su servicio militar en el patio de las poblaciones del país, secretamente, para enfrentar la tiranía. De los dirigentes sociales de entonces y de los que empiezan hoy a ofrecer sus primeras luchas a la cabeza de sindicatos, organizaciones populares, centros de alumnos, peleas medioambientales, contra cualquier discriminación, contra toda injusticia. Ahora la rebeldía debe acerar su organización federada y convertirse en alternativa popular; ser cada día más, ser cada día mejores. Aunque todo parezca igual que ayer, ya existen en Chile varios cientos de corazones que caminan, desde distintas rutas, hacia el mismo lugar. El único territorio posible contra la barbarie del capitalismo”.
La orden del día es constituir las bases del MPT en todo el territorio, en los social, sindical y estudiantil, donde existan una o más fuerzas integrantes de este esfuerzo federativo y unitario. Para los Comunistas, la tarea es construir coordinaciones entre estos frentes de masas para dar la pelea junto a los trabajadores, orientando la lucha contra cada expresión del neoliberalismo y sus consecuencias.
En su encuentro de mediados de abril, el Consejo Nacional de Comités Comunistas reafirmó su pertenencia al MPT, adelantó su discusión sobre los estatutos que le regirán y aprobó la forma de elección de las respectivas direcciones, que serán propuestas por el organismo inferior, que tendrá también autoridad para revocar o confirmar a los militantes que ocupen puestos de responsabilidad, terminando con esto con el sistema de elección por prelación, cuyo uso abusivo ha terminado por constituir una verdadera casta inamovible en el PCCH. Otro de los acuerdos del evento nacional, fue el de considerar la vigencia de la Política de Rebelión Popular de Masas en la actual situación nacional, proponiéndose la actualización de sus tácticas y cambiando la finalidad de “botar a la dictadura” por la de “alcanzar la toma del poder”. Para ello, la única forma posible es la construcción desde la base de poder popular, de alternativa real al neoliberalismo, de constitución de una nueva sociedad.

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